Desde hace más de 20 años vivimos y hacemos vivir “momentos mágicos”. Nos encargan un proyecto, en el que hay una definición más o menos detallada del producto a realizar, se realizan planos técnicos, simulaciones en 3D y se muestran ejemplos varios al cliente de cómo puede llegar a ser su hinchable. Desarrollamos un despiece técnico, escogemos los materiales más adecuados, realizamos unos cálculos y se lleva dicho despiece a producción. Al final a partir de un montón de patrones convenientemente cortados y ordenados llegamos a un conjunto homogéneo de pedazos de tejido. Se le añade una o varias turbinas de hinchado y llega el “momento mágico”: las turbinas llenan el interior de ese montón de tejido hasta conseguir que todo ese conjunto tenga un sentido, son segundos emocionantes y distintos en cada ocasión, incluso en productos que ya se han construido anteriormente, incluso en los productos que el desarrollo previo ha implicado la realización de muchos dibujos en 3D. Se trata de un nacimiento en el que asisto inevitablemente ansioso en cada ocasión.
Creo que es la persecución constante de este “momento mágico” que nos impulsa, cada día, a buscar detalles nuevos en nuestros productos, a buscar nuevos clientes con los que vivir nuevos “momentos mágicos” y a buscar los horizontes desconocidos del hinchable.
Sabemos que esta práctica demanda esfuerzo y constancia, tiene riesgos y en ocasiones no es recompensada, pero tenemos una cosa clara: es la única forma que conocemos para conseguir nuevos y emocionantes “momentos mágicos”.